sábado, 11 de abril de 2015

Jaula de oro

Echo mucho de menos escribir aquí. Aunque nadie me leyera, aunque solo lo hiciera para desahogarme un poco, pero lo echo en falta. Y esta falta me empieza a torturar. 
Siento que tengo algo que contar, que no sé que es, pero que por algún motivo me muero por soltarlo.
Y trato de descubrir que puede ser. Pero no hallo respuesta alguna.

La pregunta de cómo estoy vuelve a tener una respuesta complicada.
Estoy triste. Estoy feliz. Estoy impaciente. Estoy estresada. Y una gran cantidad de adjetivos que en muy poco tiempo se han ido adueñando de mí, y que poco a poco me van llevando a la locura.
 Por fortuna hay algunos buenos, pero intento no hacer balanza por miedo a descubrir que se decanta hacia el lado equivocado. A pesar de que una parte mí ya intuye ese hecho.
No obstante, toda esa mejunje de sentimientos solo hace que esté segura de que quiero una cosa: cambiar. Cambiar de ambiente, de rutina, de lugar, de todo lo que últimamente me aprisiona el pecho y me deja sin respiración. Necesito aire nuevo, necesito escapar de esta jaula de oro. Y sin embargo, nunca pensé que sería tan difícil encontrar la llave para abrir este candado maldito que sujeta mis alas. Así que, mientras me desespero buscando la respuesta a su paradero, peleo contra él intentando abrirlo a golpes, sin resultado alguno. O al menos, sin resultado positivo, pues con cada golpe las heridas son más profundas, y el deseo de tirar la toalla es más fuerte.

Pero intento seguir. Pero no me quiero rendir.
Porque la necesidad de cambio, el anhelo de libertad, es lo único que me lleva a continuar.
Pero me desespero.
Porque no avanzo, porque no encuentro la llave, porque los golpes cada vez duelen más y cada vez tienen menos fuerza.

Y el candado no se abre. Y lo peor es que parece que nunca querrá ni podrá abrirse.

Perdón por la calidad, pero era de noche así que he hecho lo que he podido.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...