domingo, 23 de marzo de 2014

Yo no vivo, yo mato el tiempo.

He comprendido que lo que últimamente me levanta por las mañanas es el deseo de que llegue algo mejor. Me paso las horas pensando en el fin de semana. Y los días pensando en las vacaciones. Cuando salgo fuera, pienso en lo que me gustaría quedarme en casa. Cuando me quedo en casa, pienso en que estará pasando en el mundo exterior. Cuando estoy ocupada, hago una lista mental de todo lo que me tengo que hacer en cuanto esté libre. Cuando estoy libre no tengo fuerzas para hacer ninguna. Podría excusarme diciendo que mis obligaciones me han dejado sin energías, pero sólo estaría mintiendo. Porque lo que ocurre, en verdad, es que no tengo ganas de hacer nada. Podría hacer muchas cosas. Querría hacer muchas cosas. Pero no soy capaz de hacer ninguna. Hay algo en mi cabeza, llámalo x, llámalo pereza, o llámalo falta de vitalidad si así lo deseas, que cuando voy a realizar una de esas tareas mentales empieza a poner excusas, justificándose en el hecho de que me va a costar un gran trabajo llevar a cabo esa tarea, o diciéndome que eso es muy aburrido y que mejor hago otra cosa.
Algunas veces consigo silenciarla, y me pongo a trabajar en lo que sea. Ocupando las manos, para ocupar la mente. Matando el tiempo hasta que se acabe el día. Y de esa forma llegue uno nuevo, que me acerque más al objetivo deseado: vacaciones, fiestas visitas...Lo que sea.
Pero otras veces, más de las que me gustaría, simplemente me dejo llevar.
Y así, empiezo a tachar una a una esa lista, que reaparece cuando vuelvo a quedarme sin tiempo libre.
Y así, me tiro los días. Tirada en la cama, con la mirada perdida, pensando en todo aquello en lo que no quiero pensar pero que no puedo evitar hacerlo.
Y así, pasan los días, los meses, los años.
Y así, está pasando mi vida:
Tachando los días que quedan para que llegue algo mejor.


miércoles, 19 de marzo de 2014

-Es raro, porque ahora mismo me estás contando una cosa muy triste y personal tuya, y sin embargo me lo estás diciendo con una sonrisa en la cara. Parece ser que ese es tu mecanismo de defensa.

-Ahora que lo dices sí, es cierto, no me lo había notado. Pero es que en este momento siento que, si no sonrío, me echaré a llorar. Y si me echo a llorar no pararé nunca.



sábado, 15 de marzo de 2014

Te sientes sola, pero lo que pasa es que no ves que mi mano siempre estará allí para ayudarte.

La soledad. Esa sensación de incomprensión. De falta de cariño. Nos nubla tantas veces la vista... Nos impide tantas veces ver que en realidad estamos totalmente rodeados de personas... Nos hace creer que no importamos, nos hace pensar que no existimos para el mundo que se extiende ante nosotros. Hace del hombre más grande, el ser más pequeño. Hace que nos engañemos a nosotros mismos.
No paramos de quejarnos sobre lo muy solos que estamos y lo muy solos que nos quedaremos. Y no únicamente con respecto a la amistad, sino también con el amor, porque, bueno, si no he tenido pareja hasta ahora, ¿qué me garantiza que lo tenga en un futuro?
Tendemos a pensar siempre en negativo, a que el futuro siempre será peor: "debes ahorrar porque en un futuro seguro que te hará falta", "debes estudiar más porque en el futuro lo tendrás complicado para trabajar", "debes cuidarte más porque en el futuro tu salud empeorará"...

Hay cambiar esta situación. Echar a un lado esa sensación de soledad y ese futuro demasiado incierto como para saber si es positivo o negativo.
Porque debes concentrarte en lo que tienes ahora, en el presente. En la gente que te rodea, ya que para ellos, para mi, que digas que estás sola es un insulto.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...