Eramos jóvenes e indecisas. Perseguíamos un sueño noble desde nuestro punto de vista, pero quizá no tan bueno para el de los demás. Solo queríamos conseguirlo, a toda costa, sin importar nada más.
Evitar que dicho deseo entrara en la lista de cosas que cumplir. No parar, no caer, no rendirse como el resto hacía. No dejar nunca de soñar. Hasta que el sueño nos acompañara durante el día. Hasta que se hiciera tan real como lo éramos nosotras.
¿Obstáculos? Nos encontramos muchos, tal vez demasiados. Pero necesitabamos evitarlos. Saltar aquello que se interponía, piedras, rocas, acantilados, personas. Todo lo que estaba en nuestro camino hacia el éxito. Todo lo que nos impedía seguir adelante y cruzar la línea de meta, que aunque no parábamos de avanzar siempre se veía más y más lejana.
Nos herimos, nos perdimos y no nos encontramos. Aún así, la meta se nos escapaba justo cuando íbamos a alcanzarla, justo cuando podíamos probar el dulce sabor del éxito. Nos desesperábamos, nos hundíamos, y cada vez la salida de este agujero se iba convirtiendo en algo totalmente inaccesible.
Así pues: ¿merecía la pena por conseguir algo que quizá nunca llegaríamos a lograr?
...Sí.
Son fotos random, no les busquéis mucho sentido.
Estas gafas me molaron mucho *-* |
*Exámenes finales*