lunes, 26 de noviembre de 2012

¿Perdido? Eso sería si tuviera algún lugar al que ir.

Seguí caminando por aquel bulevar, desierto y abandonado. La luz amarillenta, de una farola anticuada, iluminaba el rincón por el que andaba. El fuerte viento, amenazaba con apagar mi cigarrillo, pero no me importaba.
 Quería estar solo. Necesitaba evitar pensar, pero no podía dejar de hacerlo.
¿A dónde iba? Nadie lo sabía. ¿Que quería? A ella. ¿Me había rendido? Bueno...¿alguna vez había tenido la esperanza de estar de nuevo junto a ella?

Ya no me quedaba nada, y me odié a mi mismo por ello. Me había convertido en la clase de persona que no quería ser; un esclavo del amor. Esa clase de tipo que al perder a su novia, lo ve todo oscuro.
Siempre me había reído de ellos, burlándome del hecho de que no se puede estar triste al perder una mujer, habiendo como había tantas otras en este estúpido planeta.

"Maldito hipócrita".- pensé tras darle una calada al cigarro.

Con la lengua saboreé mis labios, intentando recordar el dulce sabor que me dejaban los suyos.

Me había vuelto un drogadicto a la mejor droga que he probado en la vida; ella. Adicto a su aroma, a sus labios, a sus caricias, a su piel contra la mía.
Pero, al igual que todos los drogadictos, en algún momento se acaba el chollo, entonces llega el mono, y se te jode la vida.

Continué deambulando, intentando alejarme de todo el mundo, y de mi misma pena. Los minutos pasaron, las calles avanzaban, el cigarro se apagó, y fue entonces cuando la tristeza sobrepasó todo lo demás. Mis piernas se derrumbaron, y mi cuerpo cayó, sin hacer yo nada para remediarlo. Simplemente pegando mi espalda a la pared más cercana, y agachando la cabeza. Escondiéndome para que nadie vea las lágrimas que esa mujer me ha provocado.
La luna siguió avanzando por el cielo oscuro, y cuando ya creía que morir de deshidratación por tanto llanto era la mejor forma de acabar con esto, algo me golpeó suavemente en la cabeza. Levanté la cabeza, del escudo que se habían convertido mis brazos, y observé la bola de papel que el viento me había lanzado. Estaba muy arrugada, como si la hubieran plegado y desplegado un sin fin de veces. La cogí, sin ningún ánimo de ver lo que contenía, solo por hacer algo. No sabría decir si era de hombre o mujer, pero había un mensaje escrito con letra algo borrosa.
"No sé quien eres, ni como eres, ni lo que has hecho. Pero si estás leyendo esto, solo recuerda que eres libre.
Libre tanto  para olvidar y volver a empezar como para quedarte en el pasado y ver como se te destruye la vida.
Libre para perdonar, o para guardar rencor.
Libre para realizar nuevas aventuras, o para quedarte pensando en aquellas que ya pasaron.
Eres libre, eres capaz de ser feliz de nuevo. Sólo tienes que proponértelo. Así que, inténtalo."
La volví a leer, y a releer, tantas veces que podría decir de memoria cada una de las palabras escritas. Algo en mi, muy pequeño, se encendió diciéndome que podría salir de esta. Era esperanza.

Entonces supe por qué el papel estaba tan arrugado, y la tinta tan corrida. Demasiada gente lo había leído, a demasiada gente había ayudado. Al igual que a mi. Doblé de nuevo el papel, y lo lancé para que el viento se lo llevase, y ayudara a otra persona que lo necesitase.

Me levanté, y volví por donde había venido. Necesitaba pensar que lo en ese papel ponía era cierto, necesitaba ser feliz de nuevo. Solo tenía que intentarlo. Miré el amanecer que se extendía ante mi, confiando en que la vida me traería más oportunidades.
Seguí caminando una vez más, sin saber a donde dirigirme, sin saber con quien hablar.

Conocedor de que este era yo. Un hombre más. Un drogadicto más en su proceso de desintoxicación.

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He descubierto que estudiar historia me inspira. xD

sábado, 24 de noviembre de 2012

Mirar dentro del baúl de los recuerdos, y solo encontrar pena y dolor.



"Me sentía confundida. Sin poder ir a ningún lugar. Sin poder estar donde en realidad quería. Porque sabía que se me escapaban de las manos las oportunidades. Porque no conseguía hacerme notar. No conseguía encontrar mi lugar. No conseguía dar con el sitio donde poder brillar. Ni a nadie con quien poder contar.
No lo conseguía, y ya me había cansado.
Yo también merecía ser feliz ¿no?"

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Párrafo sacado de un baúl de hace años.
Sin tiempo para escribir cosas nuevas. Lo siento.


sábado, 10 de noviembre de 2012

Quejas de la libertad.

Adolescencia, cúmulo de sentimientos contradictorios. Amor y odio. Odio y amor. Amamos el odio. Odiamos el amor. Tememos el futuro. Lamentamos el pasado. Y olvidamos vivir el presente.
¿Nos quejamos? Sí. Demasiado.

Todo el mundo nos dice que es una etapa, que debemos pasar, y que lo único bueno de ella, es que no vuelve.

Pero yo, de algún modo, no quiero dejar del todo dicha situación. Después de todo, esta etapa es lo único que conozco.  Aunque solo sean contradicciones. Esperanza, desilusión, amor, dolor, tristeza, euforia. Una mezcolanza de sensaciones producidas por un efecto secundario de alguna droga, que nunca llegué a tomar. Pero, es la única forma de la que me he sentido. Es la única que recuerdo sentir. Y tengo miedo, de que todo esto se acabe, toda esta etapa pase, y me encuentre con un yo distinto al de ahora. Un yo, serio, formal, responsable. Que añora aquellos tiempos de júbilo y juventud que se pasó quejándose, y que sin darse cuenta dejó atrás. Un yo, que sinceramente no me gusta nada.

Así que no podemos quejarnos,  pero aún así no dejamos de hacerlo. Es instintivo. Un acto reflejo. Le buscamos la parte mala a las cosas, ignorando la buena. Nos concentramos en la desgracia, para dejar de lado los buenos momentos. Lo odiamos todo, sin importar lo que sea.



Con cada etapa, se aprenden nuevas lecciones, se comenten nuevos errores, y se realizan nuevas locuras. No todas te marcan de por vida. Ni todas se olvidan con el paso del calendario.
Pero, al fin y al cabo, son únicamente etapas. ¿Verdad?
Y esta, es solo una más.






domingo, 4 de noviembre de 2012

La niña, la sombra, y el muchacho.

Aviso: esta  no es una historia normal y corriente, a las que estáis acostumbrados. No empezaré con un "érase una vez" ni terminaré con un "y vivieron felices y comieron perdices". Esta historia, la contaré desde donde a mi me parece más interesante, desde donde empieza la acción, no desde que los personajes se encuentran. He intentado, meter dentro de la historia, detalles para que sepáis de que va el asunto, así que si os perdéis, lo volvéis a leer y ya.

Y ahora, sin más preámbulos, os contaré la historia, de la niña, la sombra, y el muchacho.

-¡Eh, tu! La niñata, ven -chilló el mas cercano, el cabecilla, a lo que ella se alejó, algo totalmente en vano. Siempre lo mismo, le cogían después de clase, le pegaban, y luego se marchaban. Día tras día. Año tras año.

El chico que peor la trataba, la cogió de la muñeca, y la tiró a sus amigos, como si de una pelota se tratara.
-¡Dejadme!-replicaba, lo que más risas a los demás causaba.
 Pero cuando uno de ellos se despistó, la niña del circulo de chicos salió, y al jefe se enfrentó-Te arrepentirás de todo lo que me has estado haciendo. Ya lo verás, ya. Cumpliré, lo que estoy prometiendo.

Al estudiante, su juramento nada bien le sentó, se echó hacía adelante, y con sus manos a la pequeña chica empujó (quizá con más fuerza de lo que realmente pensó) . 

Sin saber que detrás de la chica la escalera se extendía y que ella, a la baranda no se sostenía.

De repente, el silencio llegó, y solo y únicamente se rompió, con el alarido que de la muchacha salió.
El poco público que había visto la situación, mostró por primera vez un poco de preocupación. Todos ellos, corrieron hacia el accidente, intentando descubrir cual había sido su suerte, a sabiendas de que la chica estaba totalmente inerte. De que la chica, había conocido a la muerte.

El jefe, pálido como la luna, no hizo nada, salió corriendo, llegó a su casa, abrió la cama y allí se quedó. Sin comida, sin agua, deseando que toda aquella angustia pasara, intentando convencerse de que él no hizo nada. De que él, nunca quiso matarla.

La tarde transcurrió despacio, entre lamentos, dolor y llantos. Las horas pasaban, el sol caía, y mientras él, en  su cama seguía. Sin saber que por la noche, la oscuridad conocería.

Allá cuando la luna en lo alto del cielo estaba, la luz de la habitación se apagó como si nada.
-¡Maldita sea!-refunfuñaba, mientras de un cajón, la linterna y las velas sacaba- ¡Esto es lo que me faltaba!

Tras numerosos intentos la linterna no se encendió, por lo que el muchacho las velas usó.

Cuando la luz al cuarto fue devuelta, pudo distinguir en la ventana una extraña silueta. Una sombra oscura, con ojos pálidos y de blanca dentadura, sonreía al chiquillo, en mitad de la penumbra. Una sonrisa especial, que miedo irradiaba,  la sangre helaba, y que el corazón paraba.

Lentamente, volvió la cabeza hacía el lugar que el cristal reflejaba, pero allí, esa silueta no estaba.
Con la misma velocidad, fijó su vista de nuevo en la ventana, descubriendo que todavía la sombra le miraba.

Asustado, pegó un chillido, cuando fijándose bien, descubrió que fue aquella joven niña, la que en su habitación se había aparecido. Perplejo, atemorizado, le tiró algo que tenía alrededor , deseando que aquello solo fuera obra de su extraña imaginación. El objeto, a la sombra voló, pero justo cuando el cristal rozó, se paró. 
Como si un muro lo hubiera detenido, el objeto cayó , sin causar ningún ruido. El chico, desesperado, siguió lanzándole todo aquello que estaba a su mano, sin obtener ningún resultado.

Pensó en llamar a alguien, en pedir socorro, pero cayó en la cuenta de que esta semana estaba solo. Sus padres  viajando, sus vecinos de casa cambiando, y él en su hogar, con la soledad jugando.

-¡Márchate, por favor!¡Vete!- suplicó, cuando la sombra, su lugar dejó, y pasó al gran espejo de su habitación. 
A continuación, hacia la tele se desplazó, la cual se encendió, pero ningún canal sintonizó.

-¡Lo siento, mucho! ¡No quería hacerte nada!- los ojos lágrimas derramaron, y la sábana empaparon.
 Él, siguió disculpándose. Pero por mucho que el su perdón pedía, sabía que nada de sus plegarias escucharía, y que su vida la muchacha se cobraría.
En el fondo sabía que se lo merecía, después de años de maltratar a aquella niña,  pero nunca pensó que a aquella situación llegaría.

La silueta siguió avanzando. Moviéndose, acercándose lentamente, disfrutando de la agonía del chico que tenía en frente. Solo cuando se reflejó en el cristal del reloj, solo cuando lo tuvo a dos palmos, la sombra salió. Voló durante unos instantes, y  frente a él, se paró,

El momento llegaba, la temperatura en picado bajaba, las velas se apagaban, y mientras el fantasma se le acercaba, él lloraba y suplicaba. 
Aquel resto del pasado, aceleró su marcha, y quitándole media vida, le atravesó por el pecho y salió por la espalda.
Su corazón arrepentido frenó y antes de que todo acabara, vio una luz. Vio a la niña con la que se metía. La vio a ella. Riéndose de su venganza, pues a él, ya no le quedaba ninguna esperanza.

 Unas palabras salieron de sus labios, que conforme la vida perdía, se hacían más claros. Unas palabras a las que él no hizo caso, pero que ahora su vida le habían costado.
" Te arrepentirás de todo lo que me has estado haciendo."
A lo que él solo con un lo siento pudo contestar.

 Entonces cuando todo se acabó, la vela, la última que quedaba , se apagó. Dejando la habitación tranquila, sin el muchacho. Totalmente vacía.

Al día siguiente, al ver que el chiquillo no apareció, las malas lenguas hablaron, con rumores y preocupación. Algunos decían que se había escapado, otros que la vida se había quitado. Pero nunca supieron la verdad, de que fue aquella niña, quien a su temprana edad, supo lo que era la oscuridad.

Aquella niña que sin piedad, fue la que se llevó al muchacho, al que no volvieron a ver. Jamás.




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Bueno, aquí os dejo la historia de Halloween. 
¿Viene con retraso? Sí. 
¿He podido publicarla antes? Sí. No. 
Espero que lo hayáis pasado chachi en Halloween, y que os guste la historia.
xx
Just You And Me.
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